Dedicas tiempo y esfuerzo a "hacer cosas" que te ayuden a estar más calmada, pero ¿sabes qué es lo que te aleja de la serenidad realmente? Descubre las dos chuches preferidas del monstruito de la ansiedad.
Si te paras a pensar en qué es eso que perturba tu calma, seguramente identifiques varias causas: una carga de trabajo excesiva, problemas de salud, preocupaciones por el bienestar de tus seres queridos, por lo que los demás dicen y hacen, problemas e imprevistos que surgen en la vida o incluso, por la ansiedad en sí misma. Y sí, efectivamente, todo eso te aleja de la serenidad pero, por desgracia, muchas de esas cosas no están bajo tu control....
Hoy quiero que conozcas dos asuntos clave en la ansiedad que sí entran dentro de tu ámbito de influencia: dos factores internos que impactan directamente en tus niveles de serenidad y que nada tienen que ver con el mundo exterior. Dos factores que son tuyos y constituyen el alimento favorito del monstruito de la ansiedad.
Mucho antes de que haya problemas, antes de que surjan las preocupaciones, antes de que la carga de trabajo desemboque en estrés, o de que alguien diga o haga algo perturbador existen dos asuntos internos muy concretos que tienen una relevancia clave en tu bienestar.
¿Cuáles son? En primer lugar, la atención dispersa y, en segundo, la intolerancia a las sensaciones incómodas. Te explico:
1. La desatención
Así es, amiga, una atención descontrolada es una bomba de relojería para tu bienestar.
En estudios llevados a cabo por investigadores de la Universidad de Harvard, se llegó a la conclusión de que un cerebro medio (no entrenado) está a por uvas el 47% del tiempo; es decir, ¡la mitad de la vida! Esto, lejos de ser solo un problema de rendimiento laboral, tiene graves consecuencias en tu vida que debes conocer.
El alto coste de la desatención
Si tienes en cuenta que la mitad del tiempo lectivo no estamos a lo que hay que estar, piensa por un momento cómo aumentaría tu rendimiento si pudieras mejorar tu nivel de concentración aunque fuera solo un 10%... tremendo, ¿no? Pero optimización del rendimiento laboral aparte, la atención dispersa tiene un coste emocional muy alto que quiero explicarte.
¿Crees que, cuando tu mente divaga, tiende a volar hacia recuerdos maravillosos del pasado y fantasías ilusionantes sobre el futuro? Pues según afirman los expertos, no, y si hoy te pones a observar a dónde va tu mente cuando te despistas, llegarás a la misma conclusión por tus propios medios.
Los investigadores sostienen que, en el 80% de las ocasiones, la mente que divaga tiende a engancharse en recuerdos o fantasías que le causan malestar; por ejemplo, situaciones desagradables del pasado en las que nos reprochamos no haber actuado o reaccionado de tal o cual manera o escenas en las que alguien nos dijo algo que nos hirió o se comportó de forma que consideramos ofensiva o injusta con nosotros.
De la misma forma, dicen los neurocientíficos que cuando la mente desatenta recala en el futuro, suele dedicarse a imaginar desgracias varias o situaciones donde las cosas no nos salen como nos gustaría, de forma que, tras "nuestro viaje mental", regresamos al aquí y al ahora cargaditos de frustración, tristeza, ira, miedo o ansiedad de forma totalmente gratuita y sin que nos demos cuenta. Pues aunque nadie discute que hay que analizar experiencias para aprender y planificar estrategias para alcanzar objetivos, ¿de qué nos sirve revisitar constantemente recuerdos del pasado donde nos sentimos heridos o pasearnos de forma regular por desgracias que solo existen en nuestra imaginación?
"Una mente que divaga no es una mente feliz"
Debes saber que tu cuerpo no entiende de pasados ni futuros, él -que es el más sabio- solo vive el presente. Así, cuando imaginas o recuerdas cualquier cosa y "te enfrascas" en ese pensamiento, es decir, te lo crees y lo vives como si fuera real, aunque sea solo por un instante, tu cuerpo reacciona como si eso que estás pensando estuviera sucediendo en este mismo momento; es decir, libera hormonas y genera las mismas reacciones bioquímicas que generaría si esa situación se estuviera produciendo realmente: aumento de la frecuencia cardiaca, tensión en ciertas partes de tu cuerpo, activación y desactivación de ciertas funciones... lo que se traduce en esas sensaciones desagradables que te traemos de vuelta como amargos souvenirs de tus "paseos mentales".
La desatención, por tanto, no solo te lleva a perdernos muchos momentos de tu vida, ¡la mitad, ni más ni menos! sino que es un perfecto mecanismo de autoperturbación en el que te generas constantemente y de forma innecesaria emociones que te alejan de la serenidad.
¿Qué puedes hacer?
El remedio está claro: entrenar tu atención para dejar de autoperturbarte gratuitamente con emociones que te alejan de serenidad y estar más presente en tu vida.
- Toma consciencia de esta realidad: una mente desatenta se pone muchas más trabas para ser feliz y estar serena y
- Toma la determinación de entrenar tu mente para convertirte en dueño o dueña de tu atención.
Mindfulness es un entrenamiento atencional que trabaja tres habilidades clave.
- La concentración: es decir, la capacidad de dirigir tu atención allí donde tú decides.
- La claridad perceptiva: para poder darte cuenta de los distintos componentes que conforman cualquier experiencia que vives (las emociones y sus sensaciones físicas en el cuerpo, el discurso mental -lo que te cuentas sobre lo que estás viviendo-, y tus impulsos) de forma que mejora tu capacidad de gestión de las situaciones y abres la puerta a responder como quieres en lugar de reaccionar automáticamente movida por lo que sientes.
- La ecuanimidad: esa maravillosa habilidad que te permite "no perder el norte" y ser consciente de que todo lo que sucede, tienes o vives (desde ese nudo en el estómago a ese momento precioso) también pasará... La ecuanimidad nos equilibra, nos aporta perspectiva y nos ayuda a valorar en justa medida.
Y nos hace mucha falta la claridad perceptiva y la ecuanimidad, precisamente porque el segundo factor interno que te le aleja de la serenidad, la otra chuche favorita del monstruito de la ansiedad, es la intolerancia a ciertas sensaciones físicas desagradables.
2. La intolerancia a las sensaciones incómodas
Todos sentimos que experimentar emociones “negativas” nos aleja de la serenidad. Algunas de ellas, como el miedo o la ira, son fuerzas muy poderosas y, cuando las experimentamos, partes muy primitivas de nuestro cerebro toman el control y nos “secuestran”: se adueñan de nuestra atención, de nuestros pensamientos, de todo…
Pues bien, que sepas que, tal y como afirma Daniel Goleman, profesor de psicología de la Universidad de Harvard y experto en inteligencia emocional, en su libro Focus: desarrollar la atención para alcanzar la excelencia...
estamos más expuestos a que las emociones guíen nuestra mente cuando estamos divagando, distraídos o sobrecargados de información.
Es decir que, de nuevo, una mente desatenta es más proclive al secuestro emocional... Pues sí que nos sale cara la divagación, ¿no te parece?
Pero, ¿qué es la emoción? Si ya has realizado mi programa Cinco Semanas de Mindfulness para Reducir la Ansiedad sabes que la palabra emoción proviene de e-motio y significa etimológicamente “impulso hacia”. Es decir, que las emociones vienen para inducirnos a una acción determinada.
Toda emoción nos visita por y para algo. Las emociones que llamamos “negativas” aparecen con un fin y son molestas porque esa es la mejor forma de movilizarnos (si no fueran incómodas, no nos moveríamos, así somos los humanos 😉…)
Pero, de nuevo, te invito a escarbar un poco más. Si prestas atención, verás que la emoción es capaz de manipularnos a su antojo a través de las sensaciones físicas concretas que genera en nuestro cuerpo y que nosotros nos sentimos incapaces de tolerar.
Por ejemplo, si observaras con atención plena tu cuerpo cuando sientes ira, te darías cuenta de que se expresa en forma de calor, aumento del ritmo cardíaco, presión en distintas partes (como la mandíbula o los hombros), tensión en el estómago ...etc., y son precisamente esas incomodidades físicas y el patrón inconsciente que nos lleva a intentar deshacernos de esas sensaciones incómodas cuanto antes lo que nos "manipula" y nos lleva a reaccionar de forma automática.
Cuando desarrollamos consciencia de las sensaciones físicas concretas y nos entrenamos en ampliar nuestra capacidad de sostenerlas -siendo conscientes de que todas y cada una de ellas son de duración limitada y se irán tal y como han venido-, les quitaremos poder a nuestras emociones y éstas nos alejarán de la serenidad en menor medida y durante menos tiempo.
Por eso, en mindfulness también nos entrenamos (siempre desde el amor y el cuidado) en aumentar poco a poco nuestra tolerancia a las sensaciones incómodas. Empezamos por tolerar ligeros picorcillos sin reaccionar a ellos y continuamos con otras sensaciones más complejas. Te puedo garantizar que el efecto de ampliar poco a poco y con cariño tu tolerancia a la incomodidad es casi mágico... una maravillosa puerta a la libertad.
Entrenar tu atención requiere paciencia y persistencia (pocas cosas importantes se consiguen en esta vida sin algo de disciplina), pero los frutos de vivir en atención plena son enormes y deliciosos...
Haz algo útil por tu serenidad en lugar de limitarte a desearla
Entrena tu mente en atención plena y ecuanimidad. Puedes buscar un curso de mindfulness o de meditación en tu localidad o, si no hay o no puedes adecuarte al horario, apúntate a un programa online de calidad, Menteencalma te ofrece varias posibilidades.
Un abrazo,
Olaya
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Maite Perera dice
Buenos días Olaya,
En primer lugar agradecerte por las herramientas de Midfulness que nos envías y por la forma tan agradable de transmitir cada ejercicio.
Estoy haciendo el curso de cinco semanas. Me está costando un poquito interiorizar las meditaciones y ejercicios diarios así que estoy empleando más đias para completar el curso.
Comentarte que en cuanto lo termine continuaré con el curso de 365 días.
Muchas gracias por tu ayuda
Un abrazo,
Maite Perera
Olaya M. Acebal dice
Gracias a ti, Maite, por dejar tu comentario! Tómate tu tiempo, claro, el curso se adapta a ti. Me alegro mucho de que luego te vayas a sumar a Mindful365. Un abrazo!